¿En qué consiste una artroscopia de rodilla?

En cualquier técnica artroscópica el traumatólogo realiza unas pequeñas incisiones en la piel que comunican con la articulación a tratar, en este caso la rodilla, estas incisiones las llamamos portales y suelen medir menos de 10 mm. A través del primero de estos portales se introduce un sistema de visión dotado de luz que permite visualizar perfectamente toda la articulación por dentro, de esta forma detectamos cualquier patología o lesión que pudiera haber. Está primera fase de la artroscopia sería la diagnóstica que nos permite recorrer toda la articulación y realizar un diagnóstico exacto de las lesiones que presenta el paciente. Pero la artroscopia, no solo permite realizar este diagnóstico, sino que a través de otras pequeñas incisiones podemos introducir una gran variedad de instrumentos e implantes para reparar todas y cada una de las lesiones que hayamos encontrado.

¿Qué lesiones de la rodilla deben abordarse con una artroscopia? Descripción de las lesiones de menisco y rotura de ligamentos (qué son, síntomas y por qué se producen)

Artrosis: es una de las localizaciones más frecuentes de la artrosis. Se produce desgaste de las superficies articulares, así como de los meniscos, formación de osteofitos (crecimiento óseo que forma los “picos de loro”).

Roturas meniscales: muy frecuentes se dan en personas jóvenes por traumatismos habitualmente deportivos o laborales y en personas mayores como consecuencia del desgaste producido por la artrosis.

Roturas ligamentosas: también frecuentes producidas por accidentes deportivos.

Patologia femoropatelar: la patela o rótula es el hueso circular que tenemos delante de la rodilla, articula con la parte anterior del fémur y es asiento de frecuentes problemas de tipo desgaste o inflamatorio.

Lesiones osteocondrales: se producen una especie de “úlceras” en el cartílago articular que producen dolor y derrame articular.

Síntomas que afectan a la rodilla

Dolor de rodilla: el dolor de rodilla produce claudicación, es decir, el paciente tiene dificultar para caminar (cojera), la localización del dolor más frecuente es la parte interna o anterior de la rodilla, aunque puede dolor en cualquier localización según donde este la lesión o enfermedad. También es frecuente el dolor en hueco poplíteo o corva que es la parte posterior de la rodilla.

Inflamación de la rodilla: la rodilla también es una articulación bastante superficial por lo que los cambios inflamatorios pueden ser muy evidentes, sobre todo si hay derrame articular (líquido dentro de la articulación), en estos casos la articulación aparece globulosa, hinchada sobre todo por encima de la rótula.

Fallos en la rodilla: los fallos o sensación de que la rodilla se dobla sola puede ser por atrofia o debilidad muscular, derrame o pinzamientos dentro de la rodilla que producen el fallo.

Bloqueo de la rodilla: la rodilla queda “atascada” habitualmente en flexión, esto indica que “hay algo suelto” dentro de la rodilla que queda atrapado entre las superficies articulares produciendo el bloqueo. La causa más frecuente es la rotura de un menisco que produce pequeños fragmentos que pueden bloquear la rodilla

Rigidez de la rodilla: pérdida de movilidad de la rodilla. Se pierde rango articular que puede ser de la extensión, de la flexión o de ambas

¿Qué tipos de cuidado debe realizar el paciente tras la intervención?

El paciente puede ser dado de alta a su domicilio el mismo día de la intervención, habitualmente la anestesia para realizar esta cirugía será raquídea y la capacidad para andar se recupera en unas pocas horas tras la cirugía. Así mismo, al no haber tenido que “abrir” completamente la articulación el postoperatorio no es doloroso.

Habitualmente podrá caminar con ayuda de unas muletas durante unos días, también se le indica que realice ejercicios de contracción muscular sin movimiento (contracciones isométricas) para evitar la atrofia muscular.

Según el tipo de reparación realizada también podrá hacer movimientos suaves de flexoextensión de la rodilla.

Se realizarán curas de las incisiones quirúrgicas 2-3 veces a la semana, al ser unas heridas muy pequeñas causan muy poco dolor y no precisan cuidados especializados.

¿Es necesaria algún tipo de rehabilitación?

Según el tipo de lesión encontrada y reparación realizada en algunas ocasiones los pacientes necesitaran un periodo de rehabilitación funcional para recuperar cuanto antes la movilidad y fuerza muscular necesarias para volver a sus actividades habituales.

¿Cuánto tiempo debe transcurrir desde la realización de la artroscopia hasta que el paciente puede retomar sus rutinas habituales y deportivas?

Esto depende mucho de la lesión que presentara el paciente y del tipo de reparación que se haya realizado, si, por ejemplo, se trata de una lesión meniscal (que es una de las patologías más frecuentes) el paciente puede volver a caminar con normalidad en poco tiempo, habitualmente menos de dos semanas. Por el contrario, si hemos tratado una rotura de ligamento cruzado la recuperación será más larga y en caso de deportistas profesionales la vuelta a su actividad deportiva se puede demorar hasta 6 meses. En todo caso, lo que es seguro es que las técnicas artroscópicas han supuesto una importante mejora en cuanto a velocidad de recuperación en comparación con las técnicas abiertas clásicas que se usaban hace unos años.

Qué beneficios aporta esta técnica frente a las cirugías abiertas convencionales

Los beneficios son múltiples, ya hemos comentado la recuperación más rápida de la capacidad de deambulación, vuelta al trabajo o a las actividades cotidianas y deportivas. Pero hay muchos más:

  • Al poder visualizar todo el interior de la articulación mejora la capacidad de diagnosticar todas las lesiones
  • Menor estancia postoperatoria
  • Menos molestias tras la cirugía, disminuyendo la necesidad de tomar analgésicos
  • Menor índice de complicaciones, menor tasa de infección (siendo esta muy poco frecuente en la cirugía artroscópica)